Cada ser humano lleva en las profundidades del subconsciente gérmenes nocivos que siempre encuentran las condiciones propicias para crecer, dificultando así la existencia. Por eso, cuando un discípulo quiere seguir avanzando en el camino de la iluminación, recibe la tarea de penetrar en las profundidades de su subconsciente, y es con la ayuda del temazcalli, de los espíritus de los cuatro elementos: de la tierra, del agua, del aire, y del fuego, que se deshace de esos parásitos: los quema con el fuego, los dispersa por medio del viento, los ahoga en el agua, o bien hace que los absorba la tierra. Y es así como el guerrero se libera completamente de ellos y avanza en su camino.
Dentro de la Choza de Sudar todos permanecen sentados en el piso, en contacto con la tierra; enfrente hay un pequeño agujero que representa el centro del universo, en el que mora el Gran Espíritu con su poder el fuego, donde se reciben las piedras ardientes. El fuego que calienta estas piedras afuera de la cabaña de Sudar, da vida a todas las cosas: es como un rayo de Sol, pues el sol también es, en cierto aspecto, Wakan-Tanka el Gran Misterio. Las piedras que se utilizan durante la ceremonia también representan a nuestra Madre y a la naturaleza indestructible y eterna del Gran espíritu.
La Tierra tiene la propiedad de absorber todas las impurezas; es como un imán que atrae todo lo que es sucio e impuro, para transformarlo seguidamente en su laboratorio transmutador, en su crisol alquímico. En la ceremonia hay que meditar en cómo la tierra coge y transforma toda la basura que se le arroja para devolverla bajo forma de flores hermosas y de frutos que nos alimentan. Hay que orar en ese momento a la tierra y pedirle, como quien se dirige a su propia madre, que absorba todas las impurezas que nos atormentan, que acepte toda la basura acumulada y las transforme en algo útil y hermoso.
El fuego es la gran puerta que permite la entrada al más allá, porque representa el límite del mundo físico y del mundo sutil al plano etérico. Por lo tanto, por medio de este elemento es más fácil entrar en comunicación con el mundo Divino. Todo lo inútil, las viejas ramas, todas las viejas costumbres, hay que entregarlas, arrojarlas al fuego; éste las devolverá bajo forma de luz, calor y de sustancias sutiles.
El Agua representa a los Seres del Trueno, que aparecen de una manera fuerte, pero traen beneficios. El encuentro del agua con las piedras en las que yace el fuego, es muy sonoro. En ese momento es muy importante y necesario concentrarse en la ceremonia y en las necesidades de cada quien; orar intensamente, cuanto más se ora, menos se siente el calor; no obstante ese vapor –la quinta esencia de los elementos-, purifica, cura y ayuda a vivir como el Gran Espíritu quiere. Los científicos podrán explicar de una manera sensata este fenómeno, pero para el indio el vapor que nace del agua y del calor intenso lo llama el Aliento del Abuelo, el soplo del Creador. Si uno se vuelve realmente puro, si se hace un buen trabajo y se logra establecer conexión con lo sagrado, puede incluso que el Gran Espíritu envíe en ese momento una luz para resolver el problema, entregue para cada uno de sus hijos, una visión.
Se deben abrir los poros para transpirar en la Tienda de Sudar; si no se transpira adecuadamente, se puede debilitar uno hasta el desvanecimiento. Esta transpiración purifica. De igual forma, se deben abrir los cuerpos sutiles de la mente, de la conciencia. Dejar fluir libremente los pensamientos, los sentimientos, para remover y desprender costras y lastres que están intoxicando las almas y las mentes de los asistentes. Deshechar tristezas, perdonar, pedir perdón, agradecer… Expresar la ansiedad, confesar las angustias, rezar por las faltas; también dejar salir los cantos sagrados, las alegrías internas, junto con el silencio interior son expresiones anímicas que florecen en el trabajo dentro de la Cabaña de Sudar.
Cuando se emplea el agua en el Temazcalli se puede fijar el pensamiento en el Gran Espíritu, que se expande como el vapor, comunicando su Poder y su Vida a todas las cosas; también identificarse, esforzarse en ser semejantes al agua, que es humilde y sin embargo, es más fuerte que la roca.
La Cabaña de Sudar no es un torneo, ni una prueba de resistencia, es una ceremonia de purificación realizada en un templo, es una invocación mágica espiritual; en él se aprende a rezar, a concentrar el pensamiento, a forjar el carácter y a ser humildes, a dejar fluir la energía. Orar no es recitar palabras, no se requieren esfuerzos de memoria, ni oraciones salidas de un libro. Se pretende que las oraciones salgan de la inspiración espontánea, del fondo del corazón, no del fondo de la cabeza.
Para que se abra la puerta de la Cabaña los participantes exclaman “por todas mis relaciones”. Dan las gracias y todos son felices, pues el viento se lleva los últimos residuos de la purificación, dispersa las oraciones hacia las Cuatro Direcciones y con la entrada de la luz se ha salido de las tinieblas. Después de la tercera ronda, el rito ha terminado, y se abandona la Cabaña de Sudar siguiendo el movimiento del Sol. Los participantes están como nacidos de nuevo, dejando tras de sí la suciedad, lo que es impuro; han hecho mucho bien, a sí mismos, y a todos por quienes han pedido.
3 comentarios:
Muy bien por este espacio para compartir nuestras vivencias en el Temazcalli. A propósito el sábado 6 de abril pasado fue una experiencia interesante coincidir varios de nosotros en sentir que "algo se estaba abriendo"...
Hola! No he encontrado dirección de contacto para información sobre actividades y reservas: ¿podríais colgarla para poder dirigirme a vosotros? Un saludo y muchas gracias!
Hola por favor podrian colocar un telefono de contacto, estoy interesada para este 19 de Septiembre y no consigo como contactar, Gracias y un gran saludo!!
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